domingo, 24 de junio de 2012

Se me olvidó respirar...







Y ya no escribo en hojas por miedo a que los demás sepan cómo me siento... Me vestí con mi coraza de acero para soportar los golpes que caían en forma de palabras, tiñendo unas lágrimas negras por el luto...No le di descanso a mi alma por unos segundos, y esto es lo que pasa cuando la apretás hasta esos extremos, el alma se asfixia, asfixiándote también a vos, sin piedad... Y ya no sé respirar, se me olvidó la forma en que el oxígeno entra a los pulmones, a los bronquios, a los alveolos, dotándolos de vida para seguir luchando... Se me olvidó respirar...
Con la mirada perdida en horizontes repletos de nubes oscuras intentando asimilar el significado de todo ésto... Intentando hacer que esta mente plana trabaje en algo más que en sentir angustia, dolor y pérdida... Pero es imposible... Se me olvidó respirar... Y no se oxigena mi cerebro ni las ideas fluyen, el cerebro se va pudriendo como un puñado de hojas secas en otoño... Ese otoño perdido sentada en la vereda, mirando pasar la vida...
Y los domingos vuelven a ser odiosos y reniego porque la gente me jode, me jode la existencia del ser humano en general y la mía en particular... ¿Qué más me da ya todo? Ya no puedo respirar...
Cada inspiración hace que me duela el cuerpo, que sienta esta opresión en el pecho y la herida siga sangrando sin parar, agonizando hasta que me duerma y pueda sentir el alivio de una mente sin peocupaciones. Pero llego a la cama y la mente persigue su idea, como si fuera más libre todavía, sin hacer caso a las ataduras de mi voluntad. La mente es un ente libre al que no podemos ponerle cables y sujetarla...
Y despierto sintiendo fisiológicamente cada mala noche en un cuerpo debilitado con una coraza oxidada, arruinada por culpa de caminar cabizbaja bajo la lluvia sin paraguas... Las piezas se desprenden y va quedando un cuerpo frágil y desnudo que no resiste los ataques de estas lanzas que lo rompen, lo convierten en trémula carne, en un montón de huesos rotos que no sirven para nada en unas vísceras ahogadas por la falta de oxígeno que tenía que mantenerles la vida...

Lo siento, sepan disculpar, que el corazón ya no late...
Porque se me olvidó respirar...


Juro que lo he intentado. Fracasé. No logro sacarte de mi mente. Te sueño. Te hablo en silencio. Te siento en mí. Te deseo. Sé que nunca voy a tenerte. No me importa. La ilusión de un amor que algún día llegará me mantiene vivo. Es la única llama que me aferra a un mundo que me resulta hostil, extraño, indeseado. ¿Existirán otras vidas? Si así fuera ¿nos encontraremos? Quiero pensar que lo haremos. Y seré el viento que suavemente te despeine y que con pasión huracanada te desnude para amarnos. Y seré la gota de lluvia que refrescará tu cuerpo cuando el sol te abrase. Y seré la estrella que te ilumine cuando la oscuridad te rodee. Y seré  simplemente lo que quieras que sea. Una sombra… tu sombra…
Te espero. Vení. Por favor. Vení.  No quiero otra vida sin vos.
 Daniel Najnsztejn





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